domingo, 13 de julio de 2014

ROPAVEJERO DE ALMAS












Probablemente la culpa lo mataba
Un fiero fuego le quemaba la garganta
Pues su lengua quería hablar
Pero la mano no le dejaba,
Ella había sido cómplice del pecado
Sus ojos hipervigilantes
se culpaban de ser los delatores.

Pero todo tenía que ser controlado
La dama de la racionalización debía ser la acompañante,
Una sombra que no abandonara
A este hombre
De la moral que lo acusaba.

¡CALLAD! La justicia pasa
Pero su ingenuidad
No la deja ver
Que la burguesía nos protege
No hay que dejar
Que la angustia le invada
Pues quien dice que un secuestrador
Debe dejar de trabajar
Porque tiene las manos

machadas de carmesí. 

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